MASP – Museu de Arte de São Paulo Assis Chateaubriand, 5 de septiembre 2025 – 1 de febrero 2026
La exposición Histórias da ecologia, curada por André Mesquita e Isabella Rjeille, forma parte de la reconocida serie de proyectos del MASP dedicada a pensar diferentes relatos desde el arte. En el año en que Brasil se prepara para la COP30, la muestra invita a reflexionar sobre la crisis climática y las múltiples formas de comprender la ecología como una red de vínculos entre personas, animales, plantas, ríos y territorios.
En este contexto, el regreso de las obras de Nicolás García Uriburu al MASP tiene un valor especial. Se presentan dos piezas de la intervención que el artista realizó en el museo en 1990, junto con botellas de agua coloreada que conservan la memoria material de aquella acción. Volver a exhibirlas en el lugar donde fueron creadas refuerza la dimensión simbólica y poética de su trabajo, y lo conecta con una trama más amplia de arte, ecología y pensamiento crítico contemporáneo.
Desde que coloreo de verde las aguas del Gran Canal en Venecia en 1968, Uriburu convirtió al agua en protagonista de su obra. No la utilizó solo como soporte, sino como un agente activo. En São Paulo, las aguas teñidas de verde fluorescente fueron un signo de contaminación, pero también un llamado a recuperar la naturaleza. La decisión de embotellar esas aguas transformó el gesto efímero en un archivo tangible, a la vez memoria de la acción y objeto artístico.
Hoy esas botellas, parte de la colección del MASP, condensan la tensión entre acción y registro, entre experiencia y memoria.
NATURALEZA Y CULTURA
La lectura que Restany hizo de Uriburu ayuda a entender la fuerza política de sus intervenciones: denunciar la contaminación, cuestionar los sistemas extractivos y recordar que los ríos y mares son también portadores de cultura. Su obra invierte la antigua oposición entre “civilización y barbarie” y la replantea como “civilización y naturaleza”.
El retorno de estas piezas al MASP, en diálogo con más de cien artistas del Sur Global, sitúa nuevamente a Uriburu en el centro de una conversación urgente: cómo el arte puede ser un espacio para pensar y actuar frente a la crisis ecológica, reconociendo en la naturaleza no un recurso, sino un organismo vivo en riesgo.

